NUEVA VISIÓN
Nuestra alma trae una herida.
La niñez es un momento fértil y vulnerable en el que esta herida se desarrolla a través de experiencias que nos generan dolor: es por eso que crecemos fabricando corazas de forma inconsciente e integrando los relatos de nuestro entorno que sostienen esas corazas.
Esta heridas no observada se manifiesta en nuestra vida adulta a través de conflictos y patrones repetitivos.
Muchos de los síntomas que experimentamos, como relaciones difíciles, problemas de salud en nuestros hijos, dificultades en el trabajo o excesos, están relacionados con esa herida no observada.
Animarnos a mirarla, disolver corazas y desbaratar relatos nos llevará a conectar con nuestro dolor, lo que nos permitirá desmantelar los conflictos que tenemos con el afuera, liberándonos del estado de supervivencia en el que estábamos y conectando con la vida desde un lugar de libertad.
Es momento de integrar las heridas para abrirnos a nuevas oportunidades.
¿Qué opinas? ¿Empezamos?
Nuestra alma trae una herida.
La niñez es un momento fértil y vulnerable en el que esta herida se desarrolla a través de experiencias que nos generan dolor: es por eso que crecemos fabricando corazas de forma inconsciente e integrando los relatos de nuestro entorno que sostienen esas corazas.
Esta heridas no observada se manifiesta en nuestra vida adulta a través de conflictos y patrones repetitivos.
Muchos de los síntomas que experimentamos, como relaciones difíciles, problemas de salud en nuestros hijos, dificultades en el trabajo o excesos, están relacionados con esa herida no observada.
Animarnos a mirarla, disolver corazas y desbaratar relatos nos llevará a conectar con nuestro dolor, lo que nos permitirá desmantelar los conflictos que tenemos con el afuera, liberándonos del estado de supervivencia en el que estábamos y conectando con la vida desde un lugar de libertad.
Es momento de integrar las heridas para abrirnos a nuevas oportunidades.
¿Qué opinas? ¿Empezamos?
Todas las personas podemos trabajar esta nueva visión
Si deseas sanar tus heridas internas para crecer como un adulto/a pleno que hace uso de su responsabilidad y poder sobre la construcción de su vida.
Si eres madres/padre y quieres desarrollar una maternidad/paternidad consciente desde la adultez, acompañando conscientemente el crecimiento de tus hijos.
Si buscas emprender una familia y quieras trabajar en el crecimiento personal para no transmitir las heridas no resueltas a tus hijos.
Si eres terapeuta o educador y tienes interés en ampliar tu formación para aplicar estas herramientas en tu trabajo y en la vida diaria.
Si estás atravesando la transición entre juventud y adultez y buscas que tus primeras decisiones vitales estén conectadas con tu propósito personal.
ABORDAJE TERAPÉUTICO
Este enfoque de crecimiento integral permite mirarnos y reconocernos para vivir de manera más auténtica y conectada con quienes somos.
Mirar e integrar nuestras heridas es una propuesta fundamental. A partir de allí podremos disolver los conflictos que radican en nuestro mundo interno y se manifiestan en el afuera.
La tarea terapéutica será abordar tu historia, conectar con el presente y explorar las corazas físicas y emocionales que has creado para sobrevivir. Desbarataremos relatos legitimados y patrones heredados para sanar y abrirte a tu propio proceso de crecimiento el cual te abrirá la puerta a infinidad de nuevas oportunidades.
Ejes de la visión terapéutica:
Abordar la herida existencial, que se despliega en la niñez y se reproduce como conflicto en al vida adulta.
Mirar e integrar el vínculo más importante: mamá. De esta forma se revela nuestro mundo inconsciente.
Incorporar esta mirada desde el amor, el perdón y la compasión hacia nosotros/as mismos/as y las personas involucradas en nuestra vida.
Integrar lo observado a través del abordaje corporal con ejercicios bioenergéticos.
Utilizar la Terapia Floral como pilar complementario para acompañar y sostener los procesos internos que hemos abierto.